Alcohol y tabaco: hábitos que llevan al cáncer de faringe

Miércoles 17 de Junio del 2020

Hombre tosiendo.

La tos persistente es uno de los síntomas del cáncer de faringe.

La faringe es el tubo hueco y musculado que se encarga de conducir aire hacia la laringe y el alimento hacia el esófago. Asimismo, este conducto, situado en el cuello y revestido de membrana mucosa, ayuda en la respiración al comunicarse con la tráquea. Cuando comienzan a propagarse células tumorales en los tejidos de este tubo se produce cáncer de faringe, que abarca el cáncer de nasofaringe (parte superior de la garganta detrás de la nariz), de orofaringe (parte media de la faringe) e hipofaringe (parte inferior).

Por tanto, el cáncer faríngeo es un término que engloba un conjunto de tumores malignos que afectan a la garganta. Su nombre se determinará a partir de la ubicación en la que se hayan diseminado las células cancerígenas. 

En 2020 hay una incidencia estimada de 8.600 pacientes con cáncer de cavidad oral y faringe, según los últimos datos publicados por la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). En general, es mucho más frecuente en hombres que en mujeres. Unos 6.000 nuevos casos en varones y 2.500 en mujeres.

El cáncer de garganta es más frecuente en personas mayores de 55 años, aunque también los más jóvenes pueden desarrollar tumores en esta parte del cuerpo. 

Unos marcados factores de riesgo

Más de un 80% de los cánceres de garganta están causados por el consumo de tabaco y alcohol. Cuanto mayor es la exposición a estos factores de riesgo, tanto en cantidad como en duración, mayor es el riesgo de desarrollar cáncer. Aun así, no todas las personas que padecen cáncer de garganta tienen por qué fumar o beber de manera excesiva, ya que las anomalías genéticas también cumplen una función importante”. Así lo explica Pilar López Criado, jefa de la Sección de Pulmón, Cabeza y Cuello y Melanoma de MD Anderson Cancer Center Madrid.

Algunas investigaciones recientes han demostrado, además, que la infección por el virus del papiloma humano (VPH) puede aumentar el riesgo de desarrollar cáncer de garganta, aunque no supone un riesgo tan importante como para otros tipos de neoplasia, como el cáncer de cabeza o cuello.

Una dieta alta en alimentos preparados y baja en frutas y verduras frescas puede, asimismo, aumentar el riesgo de desarrollar cáncer de garganta”, añade la oncóloga. 

Signos de alarma

Es preciso recordar que los síntomas que caracterizan al cáncer de faringe son los siguientes:

  • Tos persistente y dolor de garganta continuo. 
     
  • Dolor en el cuello o en el oído y, en ocasiones, aparición de protuberancias en la zona donde se encuentra el tumor. 
     
  • Malestar al tragar que puede motivar que el paciente coma menos, produciéndose una pérdida de peso considerable. 
     
  • El paciente puede sufrir cambios en su voz y esta puede empezar a sonar ronca a medida que va progresando el cáncer y otros tejidos se ven afectados.

“Puesto que la laringe y la porción superior del esófago se hallan juntas, los síntomas que presentan los pacientes con cualquiera de estos tipos de cáncer son similares. Los síntomas más frecuentes incluyen un cambio de voz persistente (se vuelve ronca o áspera durante más de tres semanas) o la dificultad para tragar alimentos (por lo general los sólidos antes que los líquidos)”, señala López Criado. Entre otras manifestaciones se encuentran la irritación de garganta, el dolor persiste de oídos (especialmente si afecta solo a un oído) y la respiración ruidosa o difícil.

¿Cómo se diagnostica del cáncer de faringe?

Generalmente, la evaluación para el diagnóstico de estos tumores consistirá en la creación de un historial detallado por parte del facultativo (generalmente, otorrinolaringólogo) y en una exploración de la boca, la garganta y el cuello en la consulta.

“Los carcinomas de laringe y de la porción anterior del esófago son de difícil acceso, por lo que puede resultar necesaria una exploración más detallada mediante endoscopia o una exploración directa con anestesia general. Durante la endoscopia se pueden realizar biopsias de cualquier zona sospechosa para confirmar el diagnóstico”, dice la especialista en Oncología del MD Anderson Cancer Center Madrid.

También se realizarán pruebas radiológicas de cuello y garganta, ya sea ecografía, tomografía axial computarizada (TAC) o resonancia magnética (RM), para identificar el tamaño y la extensión de cualquier tumor, así como la afectación de los nódulos linfáticos del cuello.

La experta recuerda que ningún análisis de sangre es capaz de diagnosticar un cáncer de laringe o hipofaringe, pero pueden realizarse como parte de las pruebas generales previas a una anestesia general.

Pronóstico y tratamientos

“El pronóstico del cáncer de faringe depende mucho del estadio del tumor y del estado general del paciente y las nuevas terapias lo han mejorado sustancialmente. Pero aún queda mucho trabajo para mejorar, tanto en términos de curación como de mejoría en la calidad de vida de estos pacientes”, afirma López Criado.

Las opciones de tratamiento de cualquier tumor dependen de distintos factores, como tamaño, ubicación, tipo y afectación de otras estructuras adyacentes. Los carcinomas de laringe y faringe no son una excepción a este respecto, por lo que cualquier tratamiento deberá personalizarse en función del paciente.

En líneas generales, en fase temprana pueden tratarse con cirugía o radioterapia. En los tumores de laringe o hipofaringe de tamaño ligeramente superior es frecuente utilizar una combinación de quimioterapia y radioterapia, mientras que en las fases muy avanzadas de la enfermedad lo más habitual es la extirpación quirúrgica.

Puesto que los tumores poseen características biológicas específicas en cada persona, estas pueden influir en la manera en que el cáncer se desarrolla. Los tratamientos con agentes biológicos actúan sobre estas características, deteniendo el crecimiento y la división de las células neoplásicas.

"Los tratamientos de nueva generación, como inmunoterapia en enfermedad avanzada son ya una realidad. Las terapias fotodinámicas, la protonterapia y los fármacos que atacan al tumor a nivel molecular se utilizan con menor frecuencia, pero cada vez son más los ensayos clínicos sobre cáncer de cabeza y cuello que los incluyen en sus investigaciones", concluye la oncóloga de MD Anderson Cancer Center Madrid.